Julián Ríos - Quijote e hijos

Rayuela le quitó el corsé a aquella señora un poco pesada que era nuestra novela y la obligó a hacer ejercicio. Los años no pasan en balde y ahora, cursi e ricorsi, parece que se lleva de nuevo el corsé, el discurso decimonónico que es el canónico para tantos fabricantes emprendedores del siglo XXI.

Por el humor se sabe dónde está el juego y comprobé más de una vez que el lector sin sentido del humor se quedaba enseguida fuera de juego, del hagan juego, en una novela cómica como Rayuela. Por el amor se sabe dónde está el fuego, todos los fuegos encendidos de amadores, que arden en Rayuela desde “esa ligera llama rosa” que podemos alcanzar con la lengua.

Mi test reactivo es Rayuela para tratar de saber con y de quién se trata, y ganar tiempo, porque en seguida el lector de principios echa de menos el final, un final fijo, resulta un libro algo excesivo, ¿no le parece?, momento perfecto para el final del juego y apresurar la despedida.

Me parece que una palabra clave de Rayuela es invención, así en cursiva en la novela, la invención de cada día, al clavar el dardo en el centro de la realidad cotidiana, y transformar cualquier cosa banal en lo nunca visto… La invención de Rayuela es doble: quitarle a lo extraordinario el extra y añadírselo a lo ordinario.

Julián Ríos. Quijote e hijos (Una genealogía literaria). Galaxia Gutemberg – Círculo de Lectores. Barcelona, 2008.

Laurence Sterne - Tristam Shandy

Pero cuanto más nos adentremos en la época en que escribió, más nos convenceremos, al leer Tristam Shandy, de que Sterne fue, en el más amplio sentido de la palabra, precisamente un hombre de su tiempo. Conocedor de todos los movimientos culturales, sociales, religiosos y políticos de su época, supo presentarlos en forma crítica, a veces satírica y burlona, a veces tierna y sentimental, prescindiendo de la hipocresía que, a menudo, veía a su alrededor. Para hacerlo, creó un estilo que difería por completo del camino por el cual avanzaba ya decididamente la novela inglesa. Muchos no lo vieron así hasta pasados muchos años, pero Sterne había abierto una vía nueva a los novelistas del futuro. Sobre todo, había creado una obra capaz de hacer reír a sus contemporáneos.

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Casi todas las partes de la obra tienen relación unas con otras, y, en la lógica del autor, se justifica la estructuración que poseen. El control es absoluto... Existe en la obra un aparente diálogo entre autor y lectores...

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Julio Cortázar conocía Tristam Shandy y lo cita en La vuelta al día en ochenta mundos, proporcionándonos, además, la pista para buscar su posible influencia en otro autor hispanoamericano, José Lezama Lima... Lo que han recogido de Sterne Cortázar y otros autores hispanoamericanos es, sobre todo, la técnica: el autor inglés parece haberles servido de impulso a sus experimentaciones literarias. La nueva narrativa que surgía en Hispanoamérica pudo encontrar en Tristam Shandy algunos elementos que potenciaron un nuevo modo de expresión literaria.

Del prólogo a Tristam Shandy. Cátedra, Letras Universales. Madrid.