A Jean Barnabé. París, 3 de junio de 1963

Antes de irme a Italia, terminé de corregir las últimas pruebas de mi novela, y las envié por avión al editor. Si han llegado sanas y salvas, el libro aparecerá a mediados de julio, y entonces podrá decirme algún día si lo que espera de mí, esa explosión a que alude en su carta, se ha producido o si todavía sigo encerrado y un poco distante. Me sorprendió que me dijera que prefiere “Los premios” al conjunto de mis cuentos, porque a mí me parece muy inferior a ellos. ¿No estará usted reincidiendo quizá inconscientemente en la típica actitud del lector francés, para quien en el fondo sólo la novela cuenta? Personalmente, creo no haber escrito nada mejor que “El Perseguidor”; sin embargo, en Rayuela he roto tal cantidad de diques, de puertas, me he hecho pedazos a mí mismo de tantas y de tan variadas maneras, que por lo que a mi persona se refiere ya no me importaría morirme ahora mismo. Sé que dentro de unos meses pensaré que todavía me quedan otros libros por escribir, pero hoy, en que todavía estoy bajo la atmósfera de Rayuela, tengo la impresión de haber ido hasta el límite de mí mismo, y de que sería incapaz de ir más allá. Espero que las innovaciones “técnicas” de la novela no le molesten; no tardará usted en adivinar (aparte de que hay fragmentos que lo explican muy claramente) que esos aparentes caprichos tienen por objeto exasperar al lector, y convertirlo en una especie de “frère ennemi”, un cómplice, un colaborador en la obra. Estoy harto de eso que un personaje de mi libro llama “el lector-hembra”, ese señor (o señora) que compra los libros con la misma actitud con que contrata a un sirviente o se sienta en la platea del teatro: para que lo diviertan o para que lo sirvan. Lo malo de la novela tradicional es eso, que en pocas páginas crea una atmósfera que envuelve, acaricia, seduce al lector, y éste se deja transportar durante 300 páginas y 8 horas, sentado en una nube (rosada o negra, según los casos) hasta llegar a la palabra FIN que es una especie de Orly de la literatura. He querido escribir un libro que se pueda leer de dos maneras: como le gusta al lector-hembra, y como me gusta a mí, lápiz en mano, peleándome con el autor, mandándolo al diablo o abrazándolo…

3 comentarios:

tennisjournalist dijo...

Hola. Te felicito por el blog. Para mí, como ferviente lector de Cortázar, es un placer leer todo lo que posteás.
Te cuento que tengo un blog sobre literatura, cine, música, deportes y otras cosas. La dirección es http://todoloqueimagines.blogspot.com
Me gustaría que lo visites y me dejes tu opinión.
Saludos.

Anónimo dijo...

llegue aqui de casualidad. Soy el nieto de Jean Barnabé, un gran amigo de Cortázar, lo sabrás. Mi abuelo guardo con el todas las cartas y manuscritos que se mandaban, y al leer este texto tuyo me lo recordó.

Soy músico, tengo 17 años y te digo esto ya que compuse una canción que se llama El Perseguidor, en clave de Charlie Parker, que podés escuchar en www.myspace.com/baicurujazzin

Es una de las cuatro canciones colgadas en mi espacio músical. Enfin, espero que leas este mensaje corto. Un saludo!

Armorius dijo...

Hola, Pato. Te contesto mientras escucho tu Perseguidor, muy buena fusión. Seguiré tu música.

You made my day, que dicen los guiris, entre tu visita y tu música. Creo que Julio hubiera disfrutado tanto escuchándote, con un buen whisky. En fin, no sé si a tí también te gusta la literatura de Cortázar, y si sientes ese cosquilleo por tenerlo tan cerca en tu vida, por haber tenido acceso a sus cartas. Esa emoción que yo siento al escribirte y saberte ahí ¿en Barcelona?, tan cerca, tan real.

Gracias mil por tu visita, espero que vuelvas y que disfrutes el sitio, y que estemos en contacto.

Un saludo.