Los premios. Un "pequeño e insignificante" ejercicio para Rayuela

Los premios es un pequeño e insignificante y perecedero ejercicio técnico, destinado a darme mejores armas para trabajar. (…) No sabía, quizá todavía no sé, manejar a tanta gente; el cuento es música de cámara, siempre, es dos o tres personas dentro de una situación dada; la novela es el movimiento sinfónico, la orquestación a base de diferentes timbres. Mucho menos refinada y perfecta que el cuento, pero el único medio inventado hasta hoy para mostrar un avance paulatino en cualquier forma de la realidad. Ahora he aprendido a manejar cosas, tiempos, estados, que nada tenían que ver con el cuento. Mi próxima novela probará que me hacía falta el puente de Los premios para pisar firme en este nuevo territorio en el que creo me voy a quedar para siempre. Terminados los cuentos fantásticos. La cuota está completa. Si vuelvo a escribir alguno será también en otro plano, con otros fines. ¿Cómo es posible no darse cuenta de que después de El perseguidor ya no está uno para invenciones puramente estéticas?

Carta a Emma Speratti Piñero. París, 27 de octubre de 1961.

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